Fracaso escolar en el entorno del Campo de Gibraltar

Averiguar las causas del fracaso escolar en apenas tres semanas de prácticas es una tarea muy difícil de abordar. Con este pequeño estudio trato de contextualizarlo en el entorno del campo de Gibraltar.

domingo, 29 de mayo de 2011

Como debería ser la actitud del profesorado

La actitud y conducta del profesorado, sus creencias y expectativas acerca de la capacidad y logros del estudiante, influyen de una manera determinante en la creación de un concepto académico positivo o negativo del alumno.

En el docente convergen expectativas y representaciones de él mismo y de los alumnos. No es, pues, neutro en el plano cultural. Su propio recorrido profesional así como su medio sociocultural condicionan mucho las expectativas y representaciones que tiene del alumno ideal. El docente apreciará a los alumnos que se acercan más a su mundo mientras que subestimará a los que se alejan del mismo en actitudes verbales, del gesto y escritas interiorizadas rápidamente. La subestimación alcanza al individuo interiormente en la imagen que tiene de sí mismo. Este análisis desarrolla el tema llamado "pigmaleon" y subraya hasta qué punto las previsiones de los profesores pueden condicionar el comportamiento escolar de los alumnos. Este fenómeno se refiere al proceso por el cual las creencias y expectativas de una persona afectan de tal manera a su conducta que ésta provoca en los demás una respuesta que confirma esas expectativas (Rosenthal y Jacobson, 1980).

Los estudios realizados por Jordán (1996) y el Colectivo IOE (1995) ilustran claramente la tendencia del profesorado a catalogar e identificar a cada escolar por su cultura de referencia. La visión determinista del profesorado sobre los comportamientos y actitudes de un grupo social encasilla las conductas de los niños y las niñas, dificulta el aprendizaje escolar y la integración en el grupo de iguales e imposibilita que se establezcan relaciones de comunicación y relaciones positivas. En definitiva, pone trabas a la capacidad de transformación y enriquecimiento de la personalidad al que todo ser humano tiende a lo largo de la vida.

Entre la ignorancia de la cultura de referencia y el encasillamiento hay que establecer, como apunta Marina Lovelace (1995: 28), una posición analítica que incorpore a la lectura las variables individuales: “No se puede crear el sentido de comunidad interracial sin el respeto a la individualidad y no se pueden desarrollar actitudes antirracistas sin entender otras culturas y establecer relaciones entre los diferentes grupos humanos e individuos que constituyen la sociedad. En definitiva la comunidad interracial solo puede sustentarse sobre el desarrollo de la individualidad en su más amplio sentido”.
Por todo ello, para poder alcanzar estos objetivos se impone un plan de formación inicial (Rodríguez Izquierdo, 2004c) y permanente del profesorado.

Sin embargo, tanto esta formación como el resto de las propuestas requieren un consenso social, político, por ahora inexistente que priorice muchos más recursos para optimizar la labor de los educadores y, en definitiva, para hacer posible algo más que una mezquina política de concienciación de síntomas: intervenir con valentía y decisión en las causas de éstos.

El profesorado juega un papel protagonista en cualquier cruzada contra el fracaso y abandono escolares.

En mi Centro más de una vez se han mediado disputas sin importancia, gracias a la intervención adecuada de los profesionales que existen .Lo cierto es que el hecho de que los alumnos sean cada vez más heterogéneos por la presencia en las aulas de escolares de diferentes culturas, clases sociales, capacidades y motivación, hace mucho más difícil la tarea de enseñar. Por tanto, el esfuerzo del profesor es mucho mayor que en el pasado, por ello es imprescindible fortalecer su trabajo e impulsar iniciativas en tres ámbitos principales: su formación, sus condiciones de trabajo y su desarrollo profesional.

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