Fracaso escolar en el entorno del Campo de Gibraltar

Averiguar las causas del fracaso escolar en apenas tres semanas de prácticas es una tarea muy difícil de abordar. Con este pequeño estudio trato de contextualizarlo en el entorno del campo de Gibraltar.

martes, 19 de abril de 2011

blog para echarle un vistazo

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Relacionado con el fracaso escolar:

La crisis llegó a la educación mucho antes que los problemas financieros o el estallido del paro. En realidad, fue durante los años de mayor bonanza económica cuando España se desmarcó de los países de su entorno en el aumento del abandono escolar. Un 31,2% de los estudiantes que tienen entre 18 y 24 años deja las aulas en España, según los datos de un informe de la Comisión Europea presentado ayer y que analiza la evolución entre los años 2000 y 2009. La tasa duplica el registro europeo y sitúa a España entre los países con peor resultado, junto a Portugal y Malta. La burbuja inmobiliaria, un reclamo para los jóvenes que buscaban dinero fácil, y la mala integración de los ciudadanos inmigrantes explican las cifras, según la comisaria de Educación, Androulla Vassiliou, que presentó ayer el informe.
Dos crisis después la educativa y la económica, el panorama es incierto para los llamados ni-ni; es decir, los jóvenes que ni estudian ni trabajan. “Muchos jóvenes en España abandonaron los estudios atraídos por la demanda de empleos de baja cualificación en sectores como la construcción señaló Vassiliou, pero con la crisis se quedaron sin trabajo y ahora no saben donde ir”, lamentó ante la prensa.
Abraham Wennberg fue uno de esos alumnos que dejaron el instituto antes de tiempo. Tiene 29 años, abandonó los estudios a los 16 y desde entonces ha tenido 12 trabajos diferentes.”Era mal estudiante y muy problemático, por eso me echaban de todas partes”, recuerda este barcelonés, hoy camarero con contrato mileurista. Abraham se reenganchó a la Educación Secundaria Obligatoria (ESO) tras suspender el octavo curso del anterior sistema educativo, la EGB. No terminó tampoco el nivel equivalente en la ESO (tercero) y empezó un ciclo de Formación Profesional en Electricidad. Lo echaron a los pocos meses y, con 16 años, encontró el primer trabajo de su vida: mensajero a pie y en bicicleta.
Luego lo dejó y estuvo un año sin hacer nada, hasta que su madre le obligó a elegir entre el trabajo o los estudios. Abraham escogió lo segundo, pero sólo aguantó dos trimestres de tercero de la ESO.
Esa fue su última experiencia académica. A partir de ahí, este joven empieza una lista interminable de trabajos de lo más variopinto: repartidor de pizzas, monitor de comedor escolar, auxiliar administrativo, cajero en un centro recreativo, vendedor de discos, vigilante de seguridad, mozo de cuadra, teleoperador y camarero.
En estos 12 años, Abraham vivió en pisos compartidos, volvió a casa de su madre, ocupó una vivienda abandonada y pasó varios meses en el Ejército hasta que lo echaron: “Era la manera de no gastar en alquiler ni en comida. Además, me podía sacar la ESO y el carnet de conducir”, recuerda.
Abraham tratará de sacarse el “maldito” tercero de la ESO en una escuela de adultos dentro de dos meses. Aun así, no se arrepiente de haber dejado los estudios a los 16 años: “No creo en el sistema educativo. Estudiar no soluciona nada. Y si no que se lo digan a los licenciados que ahora están en la calle”, sentencia. ”A los 16 años, no quería hacer nada de lo que me ofrecían. Prefería trabajar y tener dinero para hacer mi vida. Ahora es diferente, hay más variedad”, admite Abraham, que ahora estudia, dice, porque tiene tiempo y se lo puede permitir.


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